‘Abd al-Qadir (Abdelkader) nació en 1807 cerca de Mascara. Su padre fue muqaddam de la cofradía Qadiriyya: la familia encarnó el sentimiento anti-turco en el oeste de Argelia durante los años 1820.
La resistencia en el oeste a la invasión francesa empezó en 1832. El joven ‘Abd el-Qadir proclamó la ŷihad, emprendiendo así una doble lucha: contra los restos del orden otomano, sus tribus majzén y los invasores franceses. Éstos últimos acabaron por reconocer su soberanía en el oeste, la cual se formalizó mediante un tratado.
El estado que fundó ‘Abd al-Qadir se basó en una orden más igualitario que el otomano y explícitamente en conceptos islámicos de igualdad y justicia. Suprimió los privilegios de las tribus majzén, convirtiéndose en el héroe de la mayoría. Dividió su estado en 8 provincias, cada una con los mismos procedimientos administrativos. Introdujo un gobierno central con una burocracia remunerada y un sistema legal unificado. Creó un ejército profesional de 9.500 hombres e impulsó un incremento en la producción de cereales.
Como figura nacionalista de primer orden, la figura de ‘Abd el-Qadir ha sido instrumentalizada con distintos fines.
Francia alegó que acabó por reconocer los beneficios del colonialismo francés e incluso utilizaba su imagen en sellos y propaganda. Inicialmente, escritores coloniales le retrataron como un tirano brutal; más tarde se le presentó románticamente como un líder heroico que falló en sus nobles esfuerzos de mantener la independencia de una sociedad muy atrasada.
El nacionalismo argelino se ha apropiado de su memoria para alegar que ya existían un estado y una nación argelinos antes de la colonización. Partiendo de ahí, la lucha anticolonial de 1954-1962 se convierte en una lucha para recobrar un estado auténticamente argelino preexistente y la identidad argelina tendría raíces históricas profundas.
Los islamistas han tendido a verle como una figura esencialmente religiosa y no nacionalista. Se da más peso a la ŷihad – ‘Abd al-Qadir fue ante todo un musulmán que luchó contra franceses infieles – y a su trasfondo familiar religioso (a pesar de su vinculación con el sufismo).
Véase Ruedy, John: Modern Algeria. The origins and development of a nation, 2005.
http://en.wikipedia.org/wiki/Emir_Abdelkader
Al margen de la aproximación histórica a la figura de ‘Abd el-Qadir, lo que me ha parecido interesante de este post es su capacidad para reflejar cómo el modo en el que se nos transmite una determinada figura y quién nos transmite esa versión acaba configurando la visión, positiva o negativa, que acabamos teniendo de ella. De tirano a líder heroico, ‘Abd el-Qadir es un claro ejemplo de cómo se moldean (y remoldean) para la posteridad figuras claves de la historia de todos los países.
ResponderEliminarSí, es lo que pretendía demostrar con esta mini-serie de posts sobre figuras disputadas.
ResponderEliminarSe me olvidó mencionar que, como no podía ser de otra mandera, el centro de Argel tiene una bellísima plaza que lleva el nombre del Emir - con una estatua triunfal, por supuesto. En este sentido es interesante la nacionalizacón del espacio urbano, y el cambio de las calles de nombres de militares y personalidades franceses (Avenue Bugeaud) a nombres de héroes de la guerra de liberación (Boulevard Zighout Youcef, Rue Didouche Mourad, etc).
Ed, si no recuerdo mal, existían algo así como protoestados de raíz religiosa o cofrade que sí que constituían entidades políticas, no sé si llegó a recoger la legitimidad del dey.
ResponderEliminarPersonalemente veo que los franceses han querido hacer de esta figura un cierto Saladino contemporáneo (aunque "fracasado" frente a un Saladino victorioso), en el sentido de dar una imagen del mismo, que sus propias actuaciones contribuían a reforzar, de gran guerrero cortés, leal a sus principios y compasivo. El episodio que personalmente mejor puede reflejarse esta imagen es en la del marco de las matanzas confesionales de Damasco en 1860, en la que gracias a su actuación, salvó la vida de numerosos cristianos. Su actuación le mereció la condecoración de la Legión de Honor francesa. La utilizazción por parte de Francia para reflejar este perfil carismático fue notoria
ResponderEliminarMario, sí uno de esos protoestados fue el de 'Abd al-Qadir (que creo que no reconociera la autoridad del Dey) y otro fue el de Ahmad Dey, menos innovador y basado en Constantina - él sí que se vió como guardián de la orden otomana.
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