19/11/09

Guerra de Independencia Argelina: lenguaje, nacionalismo, memoria e identidad

En ocho años, la Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962) acabó con la vida de 153.000 argelinos y 25.500 franceses. Más de una cuarta parte de la población musulmana (2.000.000 personas) fue reubicada a la fuerza por las autoridades coloniales en “campos de reagrupación”. Causó la caída de cuatro gobiernos y una república en Francia, al igual que dos golpes de estado fallidos por el ejército francés. Sobre todo, acabó para siempre con l’Algérie française, la colonia habitado por un millón de europeos con un arraigo de hasta 4 generaciones, cuya cómoda existencia dependía de la total subyugación de la población musulmana.

Para el Estado independiente, la guerra fue el momento clave de la historia argelina. La victoria contra todos los pronósticos de la Frente de Liberación Nacional (FLN) contra una fuerza infinitamente mayor proporcionó la joven nación argelina con una confianza en si mismo y un propósito moral enormemente legitimadores. En este sentido, el nacionalismo argelino no es una copia de los nacionalismos arabistas próximoorientales. Tiene sus propias raíces que se remontan a 1926 y la fundación del Étoile Nord Africaine por Messali Hadj. La revolución argelina fue, sin duda, la más profunda y popular de todo el mundo árabe. Por estas razones, el nacionalismo argelino, anclado en la tierra firme de la lucha anticolonial, pudo sobrevivir la derrota árabe de 1967. El presidente Boumediène criticó duramente a Nasser por aceptar la derrota; y lo hizo desde la posición de una revolución invicta y de principios. Con este discurso el nacionalismo argelino se hizo aún más fuerte, mientras los nacionalismos arabistas del Machreq estaban agotados. Bajo Boumediène, el Estado tenía ideas claras, un programa ambicioso y la voluntad y legitimidad para realizarlos. La revolución socialista impulsada por el presidente se planteó como una continuación de la revolución anticolonial. En este contexto, las referencias a la guerra, representada como la lucha de un pueblo unificado contra el poder colonial, eran - y siguen siendo - comunes e importantes en Argelia, por lo tanto el conflicto es una parte esencial de la identidad nacional. Tras los horrores de los años 1990, los años de la posguerra bajo Boumediène son percibidos con una gran nostalgia – como dijo un académico argelino, “C’était le temps quand l’Algérie pensait par elle même”.

Argel, 5 de julio de 1962. La independencia, tras 8 años de guerra.

Muy reveladores son los términos empleados para referirse (o no) al conflicto. En Argelia, los más comunes son Guerra de Liberación Nacional, Guerra de independencia y Revolución Argelina, muy usada en la época socialista de Boumediène. En Francia, durante la guerra los medios hablaban de acontecimientos u operaciones de mantenimiento del orden; mientras que hoy día, el término más común es simplemente Guerra de Argelia. El gobierno francés sólo reconoció oficialmente la existencia de una “guerra” en 1999. El extensivo uso de la tortura dejó pasmada a una opinión pública francesa que basaba su concepción nacional en la imagen de la resistencia contra la ocupación alemana.

Otro término asociado es harki, nombre que se da a los soldados musulmanes reclutados por el ejército francés. Francia los abandonó tras su retirada de Argelia, y más de 50.000 fueron asesinados. Hoy día en Argelia, el término es sinónimo de traidor y es arrojado como el peor de los insultos. Otro término importante es muyahid / muyahida (luchador), empleado para referirse a los que participaron en el conflicto. Hoy los muyahidin disponen de cartillas que les permite beneficiarse de toda una serie de descuentos y ventajas fiscales; son representados por la cada vez menos poderosa Organisation Nationale des Moudjahidine y un ministro de los muyahidin. Un ejemplo es Djamila Bouhired, una de las mujeres que colocaron bombas en las cafeterías europeas de Argel durante la Batalla de Argel y que más tarde surgió como defensora de los derechos de la mujer en oposición al represivo Código de la Familia de 1984.

La guerra ha dejado la sociedad argelina con un agudísimo sentido de dignidad y justicia, expresado hoy en referencias a la hogra. Para muchos, esta palabra resume la actitud de las élites hacia el pueblo y a menudo se oye durante los muy frecuentes brotes de ira popular (disturbios, ocupación de ayuntamientos, corte de carreteras) contra la mala gestión y la corrupción. Es difícil de traducir, pero significaría algo como desdén, menosprecio, el hecho de violar el derecho al respeto y la dignidad y la humillación que esto desencadena.

La memoria de la guerra no deja a casi nadie con las manos limpias, tanto en Francia como en Argelia. La última década ha visto un esfuerzo en la prensa argelina por desvelar una versión menos manipulada de los hechos, enfocándose en algunas figuras nacionalistas apartadas de la historia oficial por indeseables (Massali Hadj, Krim Belkacem, Abane Ramdane), como parte de un importante proceso de recobrar una verdadera memoria nacional. También se ha hecho eco de las feroces luchas internas durante la guerra entre el FLN y su “competidor” el MNA, que resultaron en las masacres de Melouza. En 2001, Francia reconoció la terrible represión que tuvo lugar en París en 1961. Desafiando al toque de queda en vigor para los argelinos de la metrópoli, tuvo lugar una manifestación pro-independencia que resultó en miles de detenciones. Esa noche, más de 200 cadáveres argelinos fueron arrojados al Sena por la policía. Recuerda los pasajes más oscuros de la historia francesa: Mittérand como ministro del interior durante la guerra, Jean Marie le Pen como joven soldado en Argelia y el general Aussaresses, que sigue definiendo el uso de la tortura.

7 comentarios:

  1. Debería añadir que la información sobre el nacionalismo argelino viene de un libro muy bueno en el que, por fin, el análisis de Argelia desde fuerra sale del ámbito francés:

    Roberts, Hugh (2003). "The Battlefield: Algeria 1988-2002", Londres, Verso.

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  2. Una vez más, queda patente en este post cómo el empleo de unas u otras palabras para referirse a una realidad, en el caso de Argelia para referirse a la guerra que vivió el país, contribuye a modelar esa misma realidad. El lenguaje es en estos casos una auténtica arma con consecuencias que van mucho más allá de lo simbólico.

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  3. Es verdad - el lenguaje construye realidad. Y en Argelia no sólo se trata de los términos empleados, sino también del idioma escogido para referirse a ellos.

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  4. A mí me ha resultado especialmente sorprendente el hecho de que la revitalización de la -otra- memoria histórica se esté realizando desde la prensa. Por un lado, por la experiencia de la escasa neutralidad (o búsqueda de la verdad, dirían algunos) de los medios de comunicación de nuestro país sobre este tema; por otro lado, porque según tengo entendido en Argelia, desde hace unos años, la cuestión de la libertad de prensa es más que espinosa y existen duras penas que limitan la actuación independiente de los medios (o así, desde luego, lo refleja una Declaración del Parlamento Europeo sobre la libertad de prensa en Argelia de 2005). ¿Cómo se las apañan para llevar la contraria?

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  5. Estoy completamente deacuerdo con Clara. En una sociedad que acaba de salir, no completamente, de otra guerra civil y con unos medios de comunicación totalmente alineados con el poder que niegan su existencia, parece dificil de entender que estén revitalizando la memoría histórica, a no ser que sea porque conviene al gobierno hablar del pasado para borrar el presente.

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  6. Hay muchísimo más libertad de prensa de lo que puede parecer. El espacio para reevaluar figuras del pasado es ámplia -aunque Unai tiene razón en el sentido que algunas figuras ya habían rehabilitadas. En los años 1990 había unas reasignaciones de nombres de aeropuertos con estas figuras "olvidadas": Aeropuerto Krim Belkacem para Hassi Messaoud, Aeropuerto Messali Hadj para Tlemcen y Aeropuerto Abane Ramdane para Bejaïa. Sin embargo, las críticas a las políticas del gobierno son cosa de todos los días en periódicos como El Watan o El Khabar. Criticar aspectos de la represión del pasado y el FLN no es motivo de censura - aunque criticar la figura de Bouteflika (ya desvinculado del FLN) y ciertos otros temas de Estado sí lo son. Por ejemplo, ¡que nadie diga en un artículo que Boutef es bajito y calvo!

    El trato es que si los periódicos no tocan temas del poder actual o el ejército no pasa nada. Por eso se ha podido proceder a criticar muchas cosas - la gestión de la sanidad, la educación, la corrupción, la falta de libertades o la falta de respeto de la democracia del gobierno.

    No diría que se está revitalizando la memoria histórica - pero criticar muchas cosas ya no es tabú. No hay una total libertad de prensa, pero tampoco hay una opresión en toda regla; desde la apertura de 1989, el gobierno no puede volver a la censura total. Esto permite un constante desafío por los periódicos de las líneas rojas del poder.

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  7. El papel de la prensa para la recuperación de la memoria histórica también ha sido clave en la historia reciente de España. Con todas las limitaciones y tendenciosidades que puedan atribuírseles, tanto los periódicos como, en los últimos años, Internet, son armas poderosas para hacer público el debate y sacarlo del estricto margen de las esferas del poder.

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