Litografía sobre en el martirio de un sacerdote cristiano
Tradicionalmente se ha tendido a ver el trágico episodio de las matanzas de cristianos en la ciudad de Damasco, en el año 1860, como una muestra del fanatismo musulmán y la opresión que los cristianos sufrían bajo yugo islámico, salvedad aparte mereció la actitud del emir Abd el Kader, quien logró salvar a muchos de ellos, y fue condecorado por ello. Este episodio, fue utilizado por las grandes potencias, sobre todo Francia, para confirmar la necesidad de sustraer de la jurisdicción otomana a las poblaciones cristianas del imperio de la Sublime Puerta, convirtiéndose en un excelente argumento que justificase la intervención de ésta en el territorio.
Sin embargo es necesario hacer una análisis más detallado del contexto que llevó al estallido de semejante violencia confesional. Tenemos que tener en cuenta, como la intervención europea en la zona a raíz ya de los incidentes confesionales de 1841 en el actual Líbano, hizo que apareciese un gran sentimiento de rencor hacia las decisiones adoptadas por las potencias, ya que supuso la ruina de las comunidades musulmana y drusa, considerando así a los cristianos la quintacolumna de las potencias occidentales, a lo que habría que sumar la ruptura de la supuesta alianza druso-maronita llevada a cabo por la política del Emir Bachir Chehab II. Esta situación, también implicó una desarticulación de la sociedad feudal imperante, alterándose los sistemas clientelares, (ruina de la clase feudal drusa). Así, desde el año 1841 se fue fraguando un clima de tensión comunitaria, sobre todo entre Drusos y Cristianos, especialmente Maronitas (todo este conflicto tiene su reflejo, y si acaso más acentuado, en el vecino Líbano, en donde los cristianos incluso, se organizaron militarmente con lo que la imagen de matanzas de indefensos cristianos queda muy desdibujada). Parece ser que las acciones drusas tuvieron la connivencia de las autoridades otomanas. Ante los iniciales actos violentos, muchos cristianos acuden a refugirse en la ciudad de Damasco, produciéndose en ella, una matanza de unos 11.000 cristianos entre mayo y junio de 1860. Ante el agravamiento de la situación, las potencias occidentales deciden actuar militarmente, teniendo el imperio que ceder. De esta intervención, nacería en el actual Líbano la organización del Mutaserrifato, administración bajo control europeo, dentro del imperio otomano, aunque virtualmente dependiente del mismo.
Actualmente, estos sucesos son vistos desde diferentes enfoques, dependiendo de quién sea el analista de los mismos. Dentro de Siria, la visión general es la de tratarse de un trágico suceso, fruto de los intereses imperialistas europeos.
Por otro lado, la Iglesia católica, convirtió en mártires, a algunas de la víctimas de tales matanzas, en concreto a sacerdotes paules y franciscanos. Estos últimos residían por entonces en el Colegio Franciscano de Damasco, dirigido por padres españoles, ya que la fundación del mismo fue realizada por misioneros de esta nacionalidad. Fueron beatificados once de ellos, por el papa Pio XI en el año 1926.
Se puede vincular el papel de 'Abd al-Qadir en este hecho con sus vínculos con la administración francesa y la reapropriación de su figura para apoyar a la colonización francesa en Argelia.
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