Aunque parezca poco menos que increíble dada la represión sexual y el férreo control hacia las mujeres en Arabia Saudí, la literatura de este país del Golfo ha visto nacer en los últimos tiempos un fenómen literario sorprendente: la aparición de una nueva generación de escritoras que llenan las librerías árabes de obras en las que el elemento erótico es esencial. Chicas de Riad o El intruso son algunas de estas creaciones que, aunque minoritarias en el panorama literario saudí, podrían significar importantes pasos en lo que se refiere no sólo al papel de la mujer como creadora, sino también a cómo se plasma su figura de cara al público a través de protagonistas de títulos con altos índices de venta.
Y es que tan importante como que sus autoras sean mujeres es que sus protagonistas pertenezcan asimismo al sexo femenino. Los otros, por ejemplo, recoge la vida de una adolescente saudí que no puede mantener relaciones con los muchachos de su edad debido al estricto entorno social en el que vive. Debido a esa imposibilidad, acaba por introducirse en el mundo oculto de las lesbianas árabes. Finalmente, sin embargo (y aquí cabría advertir quizás una especie de "lección moral" detrás de tal transgresión), el sentimiento de culpa se impone, la protagonista reconduce su vida hacia la normalidad y se casa con Omar, al que (en otra vuelta de tuerca a los usos tradicionales) ha conocido a través de las páginas web de contactos. Siba al-Harez, el nombre que firma esta obra, es sólo el seudónimo de una saudí de 26 años de la ciudad chií de Al Qatif que ha reconocido, preguntada por su obra, que Los otros es una «respuesta al dolor y la alienación» de las árabes. El hecho de que no haya podido mostrar su verdadera identidad muestra hasta qué punto la literatura erótica escrita por mujeres sigue siendo un "oficio" peligroso en Arabia Saudí. De hecho, el diario Al Hayat llegó a advertir de que el relato es la «obra más polémica procedente no sólo de Arabia Saudí sino de toda la región árabe».
Chicas de Riad, de Rajaa Alsanea, abrió ese camino polémico de obras árabes de clara inspiración erótica escritas por mujeres. El texto es un descarnado retrato de cuatro mujeres saudíes y de su compleja vida sentimental, incluidos los escarceos homosexuales, las relaciones prematrimoniales y el consumo de alcohol. En Arabia Saudí se ha desatado un fenómeno en torno a estas jóvenes escritoras, entre las que cabría también mencionar a Hani Nakshabandi, periodista y presentadora de Al Arabiya, autora de El intruso, libro que recrea la relación epistolar del director de una revista femenina árabe editada en Londres con una lectura saudí, que le revela todas sus fantasías sexuales.
El éxito de estas nuevas narradoras le ha valido, como a Rajaa Alsanea, ser votada como la intelectual árabe más influyente en una encuesta del semanario Elaph. Tras escribir su audaz y superventas Chicas de Riad, Alsanea no dudó en afirmar en Estados Unidos que «El problema es que en Arabia Saudí hay un montón de restricciones. Vivimos en el siglo XXI y tenemos tradiciones del XIX». La osadía de las declaraciones y actuaciones de muchas de las nuevas escritoras saudíes le han valido numerosas amenazas de muerte, lo que incrementa todavía más el valor de su carácter pionero.
Pero aunque ahora nos resulte chocante esta aproximación a lo erótico en la literatura árabe, lo cierto es que se trata de un tema que para nada es ajeno a su tradición. Ya en el siglo XV, El jardín perfumado, del jeque Muhammad Ibn Muhammad al – Nafzawi, se convirtió en todo un revelador manual sexual. En época mucho más reciente, en los años noventa, la literatura de mujeres ya abordó también temas eróticos. Cabe recordar en este sentido las obras de la marroquí Fatima Mernissi o de la libanesa Hannan al Shaykh, que en novelas como La historia de Zahra (1994) o Mujeres de arena y mirra (1994) se aventuraron a incluir hasta protagonistas lesbianas y otras entregadas a la promiscuidad sexual. No obstante, en el siglo XX se registró un incremento de la cenura en el discurso sexual de la sociedad árabe.
Las nuevas y rompedoras obras de las que hemos hablado en este post para el caso de Arabia Saudí muestran un cambio de patrón que sólo el tiempo dirá si se consolida o si se queda en una mera anécdota literaria.
Chicas de Riad, de Rajaa Alsanea, abrió ese camino polémico de obras árabes de clara inspiración erótica escritas por mujeres. El texto es un descarnado retrato de cuatro mujeres saudíes y de su compleja vida sentimental, incluidos los escarceos homosexuales, las relaciones prematrimoniales y el consumo de alcohol. En Arabia Saudí se ha desatado un fenómeno en torno a estas jóvenes escritoras, entre las que cabría también mencionar a Hani Nakshabandi, periodista y presentadora de Al Arabiya, autora de El intruso, libro que recrea la relación epistolar del director de una revista femenina árabe editada en Londres con una lectura saudí, que le revela todas sus fantasías sexuales.
El éxito de estas nuevas narradoras le ha valido, como a Rajaa Alsanea, ser votada como la intelectual árabe más influyente en una encuesta del semanario Elaph. Tras escribir su audaz y superventas Chicas de Riad, Alsanea no dudó en afirmar en Estados Unidos que «El problema es que en Arabia Saudí hay un montón de restricciones. Vivimos en el siglo XXI y tenemos tradiciones del XIX». La osadía de las declaraciones y actuaciones de muchas de las nuevas escritoras saudíes le han valido numerosas amenazas de muerte, lo que incrementa todavía más el valor de su carácter pionero.
Pero aunque ahora nos resulte chocante esta aproximación a lo erótico en la literatura árabe, lo cierto es que se trata de un tema que para nada es ajeno a su tradición. Ya en el siglo XV, El jardín perfumado, del jeque Muhammad Ibn Muhammad al – Nafzawi, se convirtió en todo un revelador manual sexual. En época mucho más reciente, en los años noventa, la literatura de mujeres ya abordó también temas eróticos. Cabe recordar en este sentido las obras de la marroquí Fatima Mernissi o de la libanesa Hannan al Shaykh, que en novelas como La historia de Zahra (1994) o Mujeres de arena y mirra (1994) se aventuraron a incluir hasta protagonistas lesbianas y otras entregadas a la promiscuidad sexual. No obstante, en el siglo XX se registró un incremento de la cenura en el discurso sexual de la sociedad árabe.
Las nuevas y rompedoras obras de las que hemos hablado en este post para el caso de Arabia Saudí muestran un cambio de patrón que sólo el tiempo dirá si se consolida o si se queda en una mera anécdota literaria.
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