El artículo “MODERN PAINTING IN THE MASHRIQ”, de Ali Wijdan (en ZUHUR, Sherifa, Colors of Enchament), que en su momento me tocó comentar para la asignatura, contiene una interesante parte final dedicada al arte moderno en la Península Arábiga en la que se mencionan ciertos elementos del arte saudí. Dado que se trata de un tipo de producción cultural poco conocida en Occidente, el artículo resulta de lo más revelador para saber cómo los artistas de ese país han plasmado la realidad del siglo XX.
Lo primero que subraya el texto es que Arabia Saudí, como los demás países del Golfo, fue, de entre los países árabe-islámicos, de los que más tardíamente recibió la influencia del arte occidental. Señala Ali Wijdan que a principios del siglo XX, cuando las vanguardias europeas ya habían incidido en Egipto o Líbano, la Península Arábiga seguía cerrada a todo tipo de influencias culturales externas. No fue hasta los años sesenta que el influjo occidental comenzó a infiltrarse en el país, y ello gracias a tres factores que durante esa década se empezaron a dejar sentir: la introducción de un moderno sistema educativo, las becas para formar artistas en el extranjero y la progresiva formación de sociedades artísticas. El patronazgo de los gobernantes, como en tantos otros campos, también se dejó sentir en Arabia Saudí en su pintura y fue esencial para el desarrollo del arte moderno del país.
Las obras pictóricas de los países del Golfo durante la década de los sesenta se caracterizan, a diferencia de lo que pasaba en el resto de países del mundo árabe, donde estilos como el cubismo o el surrealismo eran ya habituales, por un estilo figurativo primitivo, alejado de cualquier tipo de escuela, aunque los tres factores ya mencionados las hicieron ir progresando hacia crecientes cotas de originalidad. En todo caso, las escenas de la vida cotidiana y la cultura saudí van a ser los elementos básicos de esta pintura, que se va a producir con un claro objetivo, más allá del "arte por el arte": conservar visualmente las tradiciones del país y mantenerlas para las futuras generaciones, sobre todo en un momento en el que la creciente influencia occidental las estaba haciendo (o podía hacerlas) desaparecer.
Abdel Halim Radwi, el autor del cuadro que ilustra esta entrada, es uno de los nombres más destacados de la pintura saudí del siglo. Como a muchos otros de sus contemporáneos, la rica vida indígena fue uno de los motivos que más inspiró su producción. La obra que aquí presentamos se titula, precisamente, "Danza folclórica".
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