Una de las formas que tenemos de acercarnos a la historia y la cultura de un país es a través de la experiencia vivida de sus protagonistas. Por eso, me parece interesante traeros aquí algunos fragmentos de un relato en primera persona escrito por Bishara Bahbah, que fue editor del periódico al-Fajr en Jerusalén de 1983 a 1984. Él mismo nos cuenta los problemas que tuvo que afrontar y los motivos que le llevaron a abandonar este trabajo. Como el texto original está en inglés, os pido disculpas de antemano por los errores de traducción que pueda haber y por la posible adulteración del mismo. Espero que merezca la pena leerlo.
“A la edad de veinticinco años recibí mi título de doctor en ciencias políticas de la Universidad de Harvard… De las oportunidades de empleo que se me ofrecían, cogí la que tenía la mayor publicidad y la que me proporcionaba unos medios con los que influenciar casi a diario los acontecimientos nada menos que en mi lugar de nacimiento, Jerusalén. En vez de acomodarme en un puesto docente en una universidad, decidí aceptar el puesto de editor jefe de al-Fajr, un diario árabe palestino.
En la época en que fui nombrado editor jefe, la línea política del periódico estaba muy fuertemente vinculada a la Organización para la Liberación de Palestina, particularmente a al-Fatah. Aunque yo no había decidido la postura política de al-Fajr, ésta estaba en consonancia con mis propias creencias políticas. Quería que al-Fajr se convirtiera en un periódico modelo… profesional, provocador, responsable, realista, y creíble para todos.
No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que mis objetivos eran idealistas y, desafortunadamente, un tanto imposibles. Por un lado, las restricciones a la libertad de prensa en los territorios ocupados eran asfixiantes… La censura no era la única restricción impuesta sobre nosotros por las autoridades israelíes. Muchos de nuestros mejores periodistas fueron encarcelados,… y ocasionalmente algunos fueron físicamente maltratados mientras intentaban cubrir una historia…
El estar obligado a tratar con los israelíes y sobrevivir bajo sus duras y no democráticas regulaciones fue sólo parte del reto de intentar producir un buen periódico. La otra parte vino nada menos que de los propios palestinos. El hecho de que yo había sido educado en Occidente y enseñado a valorar la eficiencia era parte del problema…
En primer lugar, la mayoría de la plantilla había sido contratada sin tener en cuenta su cualificación o su productividad… Además de los problemas con los empleados, el periódico necesitaba una nueva imprenta que reemplazara la “carroza” del 40 que no sólo se rompía casi a diario sino que además requería mucho tiempo para su correcto manejo y era difícil encontrar piezas de repuesto…
Aunque mi relación con los trabajadores fue un camino pedregoso al principio, tras unos pocos meses ellos empezaron a encontrar el sentido tras mi curso de actuación… [Los nuevos empleados] motivaban a los otros a mejorar su rendimiento…
El 12 de diciembre de 1983, tan solo unos pocos meses después de que aceptara el trabajo, salía yo de la oficina sobre las 8.30 de la tarde para ir a casa y celebrar el cumpleaños de mi mujer cuando descubrí que mi nuevo Volkswagen había sido objeto de un acto vandálico… Durante dos meses, el coche fue asaltado por lo menos seis veces. Una de las veces, la luna trasera fue totalmente destrozada mientras el coche estaba aparcado enfrente de mi casa…
Mi propia seguridad personal también esta en juego, Mi familia y yo recibimos numerosas llamadas de teléfono en las que amenazaban con matarme… Sin embargo, las intimidaciones nunca me impidieron continuar con mi trabajo.
A pesar de todo ello, hubo muchos aspectos positivos en mi trabajo. Recuerdo mi primer día, cuando la televisión francesa vino a hacernos una entrevista sobre las elecciones municipales en Jerusalén. Un editorial anterior nuestro había animado a los palestinos de Jerusalén a no votar a la candidatura de Teddy Kolek porque, como palestinos, no reconocíamos la anexión por parte de Israel en 1967 de Jerusalén Este… Nuestros lectores notaron mejoras tanto en la estructura como en el contenido del periódico de forma bastante rápida. Nuestra cobertura de noticias locales se cuadriplicó e, irónicamente, nos convertimos en una fuente gratuita de noticias para la prensa internacional así como para la israelí…
Mi decisión de dejar el periódico, al finalizar mi primer año en el puesto, se debió simplemente a que me sentí decepcionado por la editorial, que se negó a seguir mis recomendaciones sobre la platilla y las necesidades del diario.”
El relato entero lo podéis encontrar en: Bowen, D. & Early, E. (eds.) (1993): Everyday Life in the Muslim Middle East. Indianda University Press.
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